ludopatia aviles

Tragaperras

Psicólogos en Avilés. Ludopatía. Psicólogos Avilés. 

En estos últimos tiempos he venido observando en consulta de psicóloga en avilés un creciente número de pacientes con un trastorno ludópata. Sabiendo que solo asisten a terapia aquellas personas que reconocen el trastorno y que quieren cambiarlo, me imagino, que la cantidad real de personas con ludopatía es mucho mayor.

Suelen ser pacientes jóvenes, víctimas de una generación a la que no se le ha negado nada. Piensan que pueden tenerlo todo, de forma inmediata y fácil. No toleran la frustración y muestran agresividad ante las dificultades. Han sido educados en los dorados principios del 2000 y ahora se encuentran  con que si quieren algo, van a tener que trabajarlo, lucharlo, conseguirlo por sus propios medios, y se frustran. Esa frustración lleva a un vacío emocional “valgo si consigo cosas, zapatos, ropa, móviles, y si no puedo acceder a todo lo que deseo, entonces ya no soy nadie”. En ese momento es cuando aparece el juego, ya sea lotería, primitiva, tragaperras o apuestas. Aparece como una solución a todos sus problemas “conseguiré dinero sin ningún esfuerzo” o “solo es una racha de mala suerte, tengo que jugar más para recuperarlo”. No son conscientes de la disfuncionalidad de estos pensamientos, ese es el trabajo de un psicólogo, hacerles ver el problema. Realmente piensan que ese dinero está ahí para que ellos lo cojan fácilmente. También existe una motivación secundaria, mientras están jugando son capaces de centrar su atención solamente en el juego, se aíslan así de todo problema, dificultad, de toda frustración.

Esta adicción consiste en un descontrol generalizado de los hábitos de juego. Estas personalidades llegan a gastar miles de euros en un vano intento de llenar sus vidas de emociones.

Paciente J. se presenta en consulta después de haber sido descubierto por su empresa. Debe más de 10.000 euros a ésta. Me cuenta que todo empezó por los problemas con su novia, él no consideraba que ella le prestase la atención necesaria y sumado a su Trastorno Narcisista de la Personalidad vivía en un continuo sentimiento de vacío. Un día, hace ya años, se le ocurrió meter la vuelta del café en una tragaperras del bar que frecuentaba, a ver lo que pasaba… ¡y ganó! Y en esa ganancia estuvo su pérdida. Su cerebro asumió que siempre que necesitase dinero o, simplemente, le apeteciese comprar algún capricho, solo debería recurrir a la máquina. El refuerzo de una máquina es azaroso, intermitente e incontrolable, el más peligroso que existe.

Otra característica de J, y de cualquier paciente con ludopatía, consiste en la exageración de las ganancias y la minusvaloración de las pérdidas. Es decir, si ganan 20 euros, ese dinero es más importante que si han perdido 40. Deshechan el pensamiento de pérdida por el de ganancia y excusan los gastos como daños colaterales que podrán subsanar en un futuro próximo.

 J. ganó ese día, su cerebro aprendió y al día siguiente metió 10 euros en la máquina, los perdió, pero no le dio importancia. Las personas con este trastorno no manejan de forma adecuada el valor del dinero ni lo que pueden adquirir con él. J. concluyó que 10 euros era poco dinero, así que continuó echando a la máquina 20, 30, 40, 200. Apenado, me relataba cómo había días que se gastaba su sueldo entero en un par de horas. A partir de ese momento, su objetivo ya no era ganar dinero, sino recuperar lo perdido, y para ello jugaba más y más. Me contaba como los billetes de 50 desaparecían comidos por la tragaperras, como cada vez que ganaba unas pocas monedas, enseguida las volvía a echar. Había creado un automatismo, una estereotipia, de tal forma, que no salía del bar hasta que ya no quedaba una moneda en su bolsillo. Incluso alguna vez se acercaba al cajero a sacar más y más.

Y hubo un día en el que ya no le quedó más dinero, y entonces tuvo que robar, y ese día tampoco recuperó el dinero, entonces tuvo que robar más.

Actualmente, J. ya no juega desde hace un par de años. Ha devuelto el dinero a su empresa. Ha pedido disculpas a todos aquellos a quienes afectó su trastorno, y vive una vida normal con su familia y amigos.

Ha sido una terapia dura, reconocer el problema, aprender a no mentir, confiar en mí. Luchar contra el impulso, luchar contra el vacío.Valorar el dinero, valorar las cosas realmente importantes de la vida. J. está genial, él ha conseguido salir, porque se puede. ¿Te atreves tú?

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