María, una historia de violencia de género. (Cap. 4)

Psicólogos Avilés. Psicólogos en Avilés. 

Hola, me llamo María, y he sido víctima de violencia de género, o ya no.

Mi maltratador se llama Mario, y es malo. Mi psicóloga me dice que me vendría bien empezar los capítulos describiendo algo de él, así que, el otro día, vi una frase de “Bien está lo que bien acaba” y bien cierto es ese título, así que reproduzco el fragmento: Mario es “ Un cobarde, mentiroso intencionado y eterno, que falta a su palabra tantas veces como horas tiene el día; un miserable sin una sola cualidad que pueda merecer estimación” También es malo.

Hoy he ido a ver a mi psicóloga, ella sabe mucho de Trastornos de la Personalidad, le encanta tratarlos porque dice que es como una partida de ajedrez, donde te tienes que adelantar a los pensamientos del otro para al final, no derrocar al rey, sino al pensamiento disfucional, esto es, al que te hace daño. Me dijo que iba a explicarme uno de ellos, así yo podría contároslo a vosotros y todos podríamos aprender algo.

Empezó explicándome que ella tiene muchas dificultades para diagnosticar este Trastorno de la Personalidad y comunicárselo a sus pacientes, ya que el lenguaje popular, el de la calle, hace que suene muy mal y sus pacientes a veces se pueden sentir ofendidos y niegan “tener eso”. Hablo del Trastorno Narcisista de la Personalidad. Me comentó que la visión social del narcisismo es la de una persona creída, que se piensa superior a los demás, que está enamorado de sí mismo y que menosprecia al prójimo, pero esto no es así.

Sí es verdad que un narcisista puede parecer eso, pero realmente el problema está detrás. ¿Os sorprendería que os dijera que la autoestima de un narcisista es muy muy baja? ¿Me creeríais si os aseguro que todo lo que veis en un narcisista es una fachada?

Mi psicóloga me ha dicho que las personas con un trastorno Narcisista de la Personalidad son muy inseguras, no confían en sus capacidades y por eso han creado una fachada, un caparazón, una armadura dorada que brilla y deslumbra a todo el que le rodea. “¡Ya!” le comenté, “pero Mario se siente superior a los demás realmente, no tiene baja autoestima”. “Te equivocas, María, aquí no estamos hablando de Mario, todo maltratador es narcisista, pero no todo narcisista es un maltratador, ¡Ni mucho menos! Un maltratador, incluye en su personalidad otras muchas y diferentes características, pero hoy no hablaremos de ello”

Toda persona con un Trastorno Narcisista ha creado una barrera de defensa para seguir manteniéndose en ese pedestal, podríamos decir que “se ha comido” esa fachada hasta que esta misma forma parte de él. El problema es que esa persona no se da cuenta de ello, y ha terminado pensando que realmente ella es así, fuerte, poderosa, superior…sin embargo, eso no le trae más que problemas y realmente no quiere seguir siendo así, pero no sabe cómo hacerlo. Ahí es donde entra el trabajo de un psicólogo.

Te voy a poner un ejemplo, María, una vez tuve un paciente con un marcado Trastorno Narcisista, te pongo este caso, porque es uno de los más claros. Él era todo un caballero, director de banco, culto, cortés, amable y elegante. Todo el mundo le saludaba por la calle y le admiraba, todos le pedían ayuda en cosas cotidianas, porque todos pensaban que este paciente, que llamaremos J era poseedor de la verdad absoluta. ¿Sabes la razón por la que acudió a mí? Tenía unos niveles elevadísimos de ansiedad, mantener ese estatus era terriblemente agotador. Nunca podía decir que no, ni equivocarse, ni poner una mala cara, porque entonces J pensaba que todos pensarían mal de él y le abandonarían. ¡Había acabado necesitando, en grado extremo, la aprobación y el halago de los demás! ¡Realmente no se puede vivir así! Su pedestal, al que se había subido para tapar su inseguridad intrínseca, era tan alto, que caer de allí sería demoledor, por otra parte, el coste cognitivo y físico de mantenerse arriba, tampoco le dejaba vivir.

La terapia comenzó haciéndole consciente del trastorno, si consigues eso, ya estás a la mitad del camino. Conseguir que una persona con narcisismo reconozca el problema es muy complicado, porque le dejas sin aquello que le protege y, de repente, se siente vulnerable, inseguro y poco válido, es decir, surge el verdadero problema: su propia invalidación. La frase que resume el pensamiento de un narcisista es “ Valgo la admiración que causo” Si yo, como terapeuta,  le dejo sin esa extrema y disfuncional  admiración, ¿qué queda? Pues queda una persona normal, con una autoestima que hay que restaurar poco a poco, es importante enseñarle a valorarse por otros motivos, por ejemplo, por ser él mismo. Él mismo, sin más. “Pero así nadie me admirará… seré invisible…” No, no admiraran al personaje, te admiraran a ti, te querrán más porque serás más accesible, sí es verdad que alguna gente se apartará de ti, pero esos no te interesan, solo te querían para instrumentalizarte, para conseguir algo de ti, y eso ya no lo quieres, ¿verdad?

Mi psicóloga me dice que podría pasarse eternas horas hablándome de este trastorno, pero que ya sé lo necesario, lo más esencial, para reconocer a un narcisista y poder ayudarle recomendándole una terapia. Espero que haya sabido explicarme bien, la psicología está muy relacionada con mi profesión, la enfermería, así que estoy segura que ahora estoy más capacitada para ayudar a mis propios pacientes. Después de todo, estoy aprendiendo un montón gracias a Mario, en todos los sentidos, creo que algún día le daré las gracias.

María, una historia de violencia de género. (Cap.1)

María, una historia de violencia de género. (Cap.2)

María, una historia de violencia de género. (Cap.3)

Psicólogos Avilés – Psicólogos en Avilés.

1Comentario
  • Elena
    Posted at 21:03h, 22 agosto Responder

    No se puede explicar mejor y ahora entiendo muchos más comportamientos de los maltratadores. Gracias Zoraida.

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